Es vuestra pregunta estrella por estas fechas. Lo podemos llamar obstáculo, barrera o, directamente, miedo. Pero el otoño y el invierno son dos muy buenas épocas para vivir la experiencia de Barraca entre Vinyes.
Trasladémonos por un momento a finales del siglo XIX o inicios del XX. Un joven agricultor trabaja en la viña bajo un riguroso invierno, como los de antes. Todavía no han llegado ni tractores ni coches, y todo depende del trabajo con el animal y las herramientas manuales. Suerte de las barracas de piedra seca, que ofrecen refugio y calefacción. Ese calor, eso sí, llega de un modo un poco peculiar, al estilo de los hornos de cal. Se debe llenar de material combustible su interior y prender fuego. La conductividad de la piedra hace el resto y permitirá, recostando nuestro cuerpo en el exterior, calentarnos. De aquí que buena parte de las barracas históricas estén del todo negras o luzcan un interior ahumado.
En Barraca entre Vinyes te recordamos que no se puede hacer ninguna clase de fuego. Nuestra calefacción viene incorporada en una cama muy especial. Una cama que te atrapa. Dotada de sábanas térmicas y un doble edredón, una vez entres dentro olvidarás cualquier clase de frío. No sois pocos los que nos lo recordáis: entras con miedo al frío y sales enamorado de una cama… Qué cosas.
Fuera de la cama, en el interior de la barraca la temperatura es constante. Fresquita, no te engañaremos, pero que si vais bien preparados no supondrá problema alguno.
Pero otoño e invierno nos regalan muchas más cosas. Eso sí, hay que buscarlas en el exterior en forma de colores de las hojas de la vinya o de un sol que tiñe de tonos más fríos el horizonte. Y en ocasiones un regalo en forma de nieve, como la que ilustra este post y que nos ha acompañado un par de ocasiones en los últimos años.
Acabamos recordando, una vez más, que el fred no es un problema. Y como prueba de ello un hecho: a nosotros, des de Barraca entre Vinyes, nos da más miedo el calor…
